En la sierra norte de Madrid, aproximadamente a 1 hora de la capital, se encuentra la población de Rascafría, en el Valle del Lozoya, donde podemos encontrar el Bosque Finlandés.
¿Cómo, que todavía no lo conoces? Entonces, ¡sigue leyendo!
Cuándo y cómo visitar el Bosque Finlandés de Rascafría
Encontrar el Bosque de Finlandia no es muy complicado. El recorrido tiene una duración de unas 2 ó 3 horas (5 km aproximadamente), es muy sencillo, llano, circular y apto para todos los públicos.
Gracias a la sencillez del terreno, no es necesario ningún tipo de material, equipamiento o calzado especial. Pese a que nosotros sí fuimos con botas de montaña (además, había barro debido a que llovió el día anterior), es suficiente con unas deportivas.
Esta ruta puede hacerse en cualquier época del año. En primavera encontramos el deshielo y el protagonista es el agua, en verano tendremos una temperatura agradable, en otoño se puede contemplar el paisaje en tonos ocres y en invierno se puede disfrutar incluso con nieve o con el agua congelada.
Además, si se visita en verano, se puede aprovechar para ponerse el bañador y darse un chapuzón en las frías aguas de las piscinas naturales de Las Presillas.
Cómo llegar al Bosque Finlandés en Madrid
En primer lugar, cómo llegar a Rascafría es muy fácil. Desde Madrid, la A-1 te lleva hacia este pequeño pueblo, mientras que desde Guadalajara debe tomarse la N-320 y luego la M-604. También está muy cerquita de Segovia, para lo cual sería suficiente con seguir la carretera CL-601.
En segundo lugar, para llegar al Bosque Finlandés de Rascafría, nosotros dejamos el coche en el aparcamiento que hay justo detrás de los Apartamentos Rurales La Cabaña y junto al Restaurante Marcos. Es gratuito, pero se llena rápidamente. Como madrugamos para ir pronto (llegamos sobre las 8:00h), no encontramos muchos coches, pero al terminar la visita… ¡no cabía ni un alfiler!
Otros puntos donde se puede aparcar serían el que se encuentra junto al centro de salud o el sito junto al Centro de Visitantes Valle de El Paular y al Real Monasterio de Santa María de El Paular, primer monasterio cartujo erigido en la Corona de Castilla y construido entre finales del S. XIV y el S.XV en estilos gótico mudéjar (claustro) y gótico flamígero (puertas de la iglesia). Hoy en día residen en él los monjes benedictinos, quienes atienden a las visitas (la entrada tiene un coste de 5€) y se encargan de su mantenimiento y conservación.
Qué ver en el Bosque Finlandés de Rascafría
Nosotros comenzamos la ruta desde el Centro de Visitantes, por lo que nos dirigimos a él siguiendo el camino asfaltado que transcurre junto a la carretera y en paralelo al río, dejando al otro lado el Monasterio de El Paular.
Una vez allí, atravesamos el empedrado Puente del Perdón. Por este puente discurre el río Lozoya y ofrece unas bonitas vistas al monasterio. Su nombre se remonta a la época medieval, cuando la nobleza de la zona tenía el privilegio ajusticiar y se celebraban en él los juicios a los acusados mientras éstos pedían perdón y clemencia para no ser condenados. En cuanto a su construcción, tuvo como motivo el hacer más accesible el paso desde el monasterio al molino de papel.
Tras cruzar el puente, pasaremos por una puerta o verja metálica, aunque, si está cerrada, debemos seguir hasta el siguiente desvío hacia la izquierda hasta el Albergue Juvenil Los Batanes.
Así, continuaremos el Camino Natural Valle del Lozoya, más conocido como el Camino de Papel. Este nombre se le ha otorgado debido a los grandes y abundantes árboles de la zona y a que al final del camino se encuentran las ruinas del Molino de los Batanes, un antiguo molino de papel en el que los monjes del Monasterio de El Paular fabricaban este material y, de hecho, el papel de este molino fue utilizado en la impresión de la primera edición de El Quijote en el año 1605.
Entre el Puente del Perdón y el Molino de los Batanes, tan sólo a 1 minuto o, como mucho, 2, girando hacia la izquierda, podremos ya adentrarnos en el Bosque El Rotario, más conocido como Bosque Finlandés, donde podremos encontrar un embarcadero sobre el río Lozoya y una caseta que antiguamente fue utilizada como sauna. Si no encontramos una gran aglomeración de personas es un lugar idílico en el que disfrutar de la tranquilidad del entorno y admirarlo.
Cabe destacar que no se trata de un bosque natural autóctono, sino que se creó en los años 80 para celebrar el hermanamiento de Rascafría con Helsinki, la capital finlandesa. Aquí resalta una gran vegetación y especies arbóreas tanto de hoja perenne, por ejemplo, pinos, como de hoja caduca, tales como chopos, abedules o abetos, tejos o acebos, lo que refleja una gran semejanza con un paisaje escandinavo.
En este punto podremos hacer una parada para hacer un pequeño picnic, pues frente al Bosque Finlandés hay un merendero. Sin embargo, tan sólo encontramos una mesa y en cuanto lo ocupa una familia o un grupo de amigos, no quedan más de tres troncos de madera tallados en forma de silla, ¡muy originales, por cierto!
Retomando el Camino de Papel tras salir del bosque (o del merendero), continuaremos hasta las ruinas del Molino de los Batanes ya mencionado. Se encuentra dentro de una finca privada y debemos conformarnos con verlo desde la distancia. Viendo el estado en que se encuentra, con el tejado caído y totalmente abandonado, no podemos dejar de lado nuestra sorpresa sobre cómo cosas que tuvieron tanta importancia se puede dejar «morir» de este modo, pues, por ejemplo, teniendo en cuenta la cantidad de gente que cada fin de semana pasa por la zona, podría ser perfectamente un lugar dedicado a mostrar el funcionamiento que tuvo en su época.
Dejando atrás el molino, cruzamos una nueva verja metálica y a mano izquierda podremos ver un puente rojo, aunque no debemos cruzarlo si queremos continuar el camino hacia la población.
El último tramo transcurre junto al río, continuando el sendero y pasando por alguna que otra finca en la que podemos ver bastantes animales como vacas. De este modo, llegaremos hasta un nuevo puente que comunica el sendero con el barrio de los Cascajales en el pueblo de Rascafría, llegando al centro de salud. Aquí, además del aparcamiento, hay un pequeño parque con banquitos, lugar que aprovechamos para sentarnos y comernos el bocadillo que llevábamos preparado.
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